martes, 25 de septiembre de 2007

Seamos humildes, para que seamos más grandes y mejores




Una de las cosas más valiosa en el ser humano, junto a la lealtad, es la humildad. Ser humilde es recibir con serena modestia los dones y bienes que la vida nos brinda. Recordar que todo en este plano terrenal es pasajero y que el mejor disfrute es aquel que se toma con calma, sin altanería, sin engreimiento.

Cuando se tiene bienes materiales, estos deben ponerse al servicio de propios y del prójimo, pues es el compartir en donde radica la felicidad y, si Dios nos ha dado, ¿Por qué no podemos dar a los que menos posee? Ser humilde es saber que todo pasa y las obras quedan, pues ninguna fortuna se va con nadie a la tumba porque no existen ataúdes con bolsillos.

La humildad, la modestia, la sencillez, la perseverancia, la lealtad, la fidelidad, el agradecimiento, la entrega a los demás, no afectan en nada a los grandes ni a los pequeños, al contrario, enaltece, hace crecer, engrandece a quien cultiva esa gran cualidad y nos acerca mas al Creador.

En nuestro país, los nuevos ricos y otros que lo son menos, muchas veces adolecen de ese mal de la inmodestia, la arrogancia, la altanería, el engreimiento, como si la condición económica determinase superioridad alguna, cuando todos somos iguales ante Dios.

Una persona humilde, sencilla, franca, sensible, agrada y se gana el cariño de los demás. Esa condición no desmerita, sino enaltece. No rebaja, sino que realza. No resta, sino que suma a quien la posee y la practica sin poses ni actuaciones hipócritas. Ser sencillo, ser humilde, es un verdadero don del cielo que, además, permite vivir con mayor libertad, sin complejos ni resquemores.

¿Qué pierde alguien con ser humilde? Si posees fortuna, y lo eres, te tornas mas respetado, admirados y querido frente a los demás. Y, por el hecho de ser una persona normal, común, corriente, ello no te resta ni dineros si lo tienes ni fortuna ni estatura social, sino que, por el contrario, se engrandece quien la practica a los ojos del Señor y de tu prójimo.

Es bueno escribir de estas cosas, sobre todo en momentos que todos nos sumergimos en los cometarios políticos. Es saludable recomendar alimentos como la humildad que nutren el espíritu, pues solamente lo material no integra al ser humano, sino, que el alma, el espíritu, Dios, son el componente esencial.

Hay que tomar un respiro y una tregua, donde no nos abrume en demasía la inflación, los apagones, la violencia, la delincuencia, el desempleo, la penetración haitiana, los problemas de salud, en fin la triste realidad dominicana que a todos nos toca. Seamos humildes, para que seamos más grandes y mejores. ¿Qué te cuesta?